sexta-feira, 15 de novembro de 2013

La fotografía humorística se convierte en una magnífica fuente de comunicación Por Francisco Puñal Suárez


El humor gráfico no solo contempla la caricatura y el dibujo, sino que también toma en cuenta a la fotografía humorística, y a mi me motiva su realización, por su mirada aguda y chispeante sonrisa. La calle es el escenario ideal para realizar esta “cacería” de imágenes. 
La calle siempre es una fuente inagotable para captar nuevas imágenes. La variedad de sucesos que ocurre en ella es tan grande, que el aficionado a la foto­grafía tiene en ese escenario la oportunidad de desarrollar su mirada curiosa, simpática o humorística.
Siempre que salgo a cami­nar, y el clima lo permite,  voy con mi cámara digital  a la caza de una historia que pueda narrar en imágenes. Es un hábito que tengo desde hace mucho tiempo y que recomiendo a los amantes de la fotografía. La calle requiere que agudicemos nuestro poder de observación, y que estemos a la viva de todo aquello que pueda ser un fenómeno humorístico, absurdo, anacrónico o exagerado. El de­safío está delante de nosotros. Practicar la fotografía callejera es descubrir la emoción de la fotografía. Aquí no hay prepa­ración ni posado.
El humor está en todos nosotros. Convivimos con él en todas las circunstancias de la vida. Ahora bien, saber señalarlo y llevarlo a una imagen artística, es tarea que requiere de una sensibilidad, un propio punto de vista, y saber algunas verdades del carácter del ser humano.
El humor gráfico no solo contempla la caricatura y el dibujo, sino que también toma en cuenta a la fotografía humorística, y a mi me motiva su realización, por su mirada aguda y chispeante sonrisa. La calle es el escenario ideal para realizar esta “cacería” de imágenes.
Lo fundamental en este tipo de fotografía es que el humor salte a la vista, sin necesidad de texto, de forma tal que se establezca una total complicidad entre el fotógrafo y el espectador. Por supuesto, esta tarea no es fácil. Muchas veces interviene el azar, pero en la mayoría de las ocasiones, para lograrla, el fotógrafo tiene que invertir mucho tiempo, caminar bastante, y estar con los ojos bien abiertos. No podemos dejar de mencionar que el fotógrafo en cuestión debe estar armado de eso que se llama sentido del humor, esa capacidad que nos permite descubrir el elemento cómico, donde quiera que esté.
Debemos recordar que el humor se produce cuando hay una alteración de valores. La fotografía humorística se convierte así en una magnífica fuente de comunicación, en una vía para subrayar un fenómeno, donde pueden estar presentes lo insólito, lo absurdo, lo anacrónico, lo ridículo, lo exagerado, el contraste, el doble sentido, la reacción inesperada, la sorpresa, el exhibicionismo, los gestos, el desequilibrio, etc.




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