El humor gráfico no
solo contempla la caricatura y el dibujo, sino que también toma en cuenta a la
fotografía humorística, y a mi me motiva su realización, por su mirada aguda y
chispeante sonrisa. La calle es el escenario ideal para realizar esta “cacería”
de imágenes.
La calle siempre es una fuente inagotable para captar nuevas
imágenes. La variedad de sucesos que ocurre en ella es tan grande, que el
aficionado a la fotografía tiene en ese escenario la oportunidad de
desarrollar su mirada curiosa, simpática o humorística.
Siempre que salgo a caminar, y el clima lo permite, voy con mi
cámara digital a la caza de una historia que pueda narrar en imágenes. Es
un hábito que tengo desde hace mucho tiempo y que recomiendo a los amantes de
la fotografía. La calle requiere que agudicemos nuestro poder de observación, y
que estemos a la viva de todo aquello que pueda ser un fenómeno humorístico,
absurdo, anacrónico o exagerado. El desafío está delante de nosotros.
Practicar la fotografía callejera es descubrir la emoción de la fotografía.
Aquí no hay preparación ni posado.
El humor está en todos nosotros. Convivimos con él en todas las
circunstancias de la vida. Ahora bien, saber señalarlo y llevarlo a una imagen
artística, es tarea que requiere de una sensibilidad, un propio punto de vista,
y saber algunas verdades del carácter del ser humano.
El humor gráfico no solo contempla la caricatura y el dibujo, sino que
también toma en cuenta a la fotografía humorística, y a mi me motiva su
realización, por su mirada aguda y chispeante sonrisa. La calle es el escenario
ideal para realizar esta “cacería” de imágenes.
Lo fundamental en este tipo de fotografía es que el humor salte a la vista,
sin necesidad de texto, de forma tal que se establezca una total complicidad
entre el fotógrafo y el espectador. Por supuesto, esta tarea no es fácil.
Muchas veces interviene el azar, pero en la mayoría de las ocasiones, para
lograrla, el fotógrafo tiene que invertir mucho tiempo, caminar bastante, y
estar con los ojos bien abiertos. No podemos dejar de mencionar que el
fotógrafo en cuestión debe estar armado de eso que se llama sentido del humor,
esa capacidad que nos permite descubrir el elemento cómico, donde quiera que
esté.
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